Un hombre en asno por Salta

Vila-Matas celebra la escritura de Auster, con la que comparte muchas ideas. Y todo a consecuencia de Moby Dick.

El reconocimiento y la admiración tardíos evidencian una perversión del destino. Es el caso, por ejemplo, de Van Gogh, cuyos cuadros actualmente se venden y se compran por un valor millonario. No obstante, no me refiero tanto al precio económico como al juicio positivo de la crítica y del público. En esto pienso cuando leo Moby Dick, una de las obras maestras de la literatura universal. Su autor, Herman Melville, murió en un completo olvido a fines del siglo XIX sin ver cómo su calidad se convertiría en el siglo posterior en un modelo digno de estudio y de seguimiento. Situaciones de este cariz se me antojan de una crueldad propia de los caprichosos dioses olímpicos; pero, además, me llevan a establecer relaciones como esta: ¿cómo Vila-Matas y Auster salieron de las tripas de Moby Dick? Cuestión de tópico.

Ismael toma la decisión de embarcarse en un ballenero con el propósito de experimentar la vida de tripulante. El viaje parte de una necesidad interior y desemboca en el hallazgo de un sentido a la situación personal. Sin embargo, en la travesía el capitán Ahab también realiza una búsqueda: vengarse de la ballena blanca que le dejó mutilado. Por tanto, ambas aventuras se enlazan, pero lo más interesante consiste en que Ismael pierde paulatinamente su protagonismo para convertirse en el narrador de la historia de Moby Dick, a la que acompaña con textos explicativos relacionados con la pesca de los leviatanes.

Moby Dick de Melville

Melville no llegó a dsifrutar el éxito de Moby Dick,

De las tripas de esta novela, mientras leía sus primeros capítulos, me surgió la curiosidad por Dublinesca. No fue a consecuencia del título anterior, ya que casi nada tiene que ver con él, sino de un libro digital que me prestaron. Curioseé el aparato, eché un vistazo a su biblioteca y me encontré la obra de Enrique Vila-Matas en el catálogo. En principio, iba a leer por encima algunas páginas, mas, al poco rato, me di cuenta de que había alcanzado la 101, por lo que, irónicamente, me aproximé al fin de la era Gutenberg de la mano de la era digital. Entre los autores que citó Riba, en una de las páginas, se encontraban Melville, Bolaño y Auster, además, obviamente, de James Joyce. Esto me atrajo todavía más. Pensé que, otra vez, aparecía la necesidad de viajar como una manera de encontrarse a uno mismo durante la trayectoria: Riba se plantea un viaje a Dublín por haber perdido la identidad que había logrado siendo editor. Su odisea tiene su propia ballena blanca a través del rastro del Ulises irlandés. La meta no es una parada física, sino que lo más importante de ella son las conexiones que puede establecer con el yo que fue, que es y, principalmente, que será. De este modo, la Odisea, como ficción épica y narrativa, revela una actualidad perfecta por su vigencia: el viaje supone riesgos, pruebas, miedos a los que enfrentarse, pero su superación otorga aprendizaje, la anagnórisis de uno mismo; es una retroalimentación entre el mundo externo, palpable, terrenal, y el mundo interno, mental, etéreo. Así pues, Vila-Matas homenajea a Joyce, quien, a su vez, había compuesto una parodia de la obra de Homero. Pero incluso celebra la escritura de Auster, con la que comparte, como veremos a continuación, muchas ideas.

La ciencia y la psicología del viaje son apasionantes porque estimulan las referencias entre la topografía del territorio y la del cerebro. Experto en ello es Roberto Bolaño, como ya he mencionado en otros artículos, pues sus radiografías de la psique humana revelan los cauces por los que se desarrolla la creatividad del ente literario. En este sentido, Paul Auster también utiliza la escritura y el periplo como elementos de sus obras. Por ejemplo, en El palacio de la luna, Fogg, desorientado, emprende un viaje por su infierno íntimo: se trata de un desplazamiento hacia su inframundo mental, del cual es rescatado por unos amigos cuando se hallaba al borde de la muerte y, a partir del cual, establece una nueva expedición que le permite acercarse a sus orígenes familiares y, por ende, individuales. En el camino, la escritura, tanto ajena (diversos libros heredados de su tío Víctor o ubicados en la biblioteca de Thomas Effing), como propia (la composición de una biografía), forma al protagonista, quien, desde su conciencia, genera cambios en sus vínculos con el mundo.

Leyendo estos libros se me ocurre que mi vida es también un viaje en el que me enfrento, sobre todo, a mí misma, utilizando, para ello, la sabiduría de otros ulises que fueron más valientes. Cada persona escoge cuál es su ballena, su Dublín o su infierno: penetra en sí misma con la intención de atrapar el reflejo de lo que desea ser.


NOTAS DE LA AUTORA:

—La primera fotografía fue tomada el 14 de julio de 2014 con un teléfono móvil y la segunda el 4 de agosto de 2009 en algún lugar en la provincia de Salta (Argentina).


¿Cómo Vila-Matas y Auster salieron de las tripas de Moby Dick? –
(c) –
Olivia Vicente Sánchez

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