Me tropecé con El hombre que confundió a su mujer con un sombrero de manera casual. Estaba buscando información sobre la desrealización y la despersonalización y mis indagaciones desembocaron en esta obra de Oliver Sacks, recientemente fallecido. La sorpresa fue doble, pues, por un lado, me sorprendió la forma que tiene el autor de aproximarse a la patología y, por otro, me despertó otras curiosidades sobre la neurología y el comportamiento de nuestra especie.
A lo largo del ensayo, Sacks recoge veinticuatro casos sobre pacientes diversos: un marido que no reconoce a su mujer si no lleva un sombrero; un soldado que no recuerda parte de su vida y que se ha anclado en un momento de su existencia; dos hermanos que gozan de una mente prodigiosa para calcular fechas pero que no son capaces de entender el concepto de la suma o de la resta; mujeres que no mueven las manos u otra parte del cuerpo si no las visualizan; artistas de la palabra o enciclopedias andantes, pero marginados por su bajo cociente intelectual, etc. Las circunstancias, de muy variada índole, muestran el acercamiento de un neurólogo dispuesto constantemente a aprender de las personas que acuden a la consulta. El denominador común se halla en la certeza de que la mente está vinculada al cuerpo y a las emociones, por lo que la salud ha de atenderse contando con estos tres ejes.
Además de constituir una lectura interesante y sorprendente por la literatura médica, es una obra que me ha hecho reflexionar sobre el tabú en el que aún nadan las enfermedades neurológicas y psiquiátricas. En un mundo donde solo es posible la perfección, existe poca empatía hacia las personas que padecen algún tipo de trastorno, a pesar de que, según la OMS, la población mundial ha sufrido o sufrirá en algún momento de su vida algún cuadro de ansiedad, estrés, depresión… Por eso esta obra de Sacks es más que recomendable, ya que nos acerca al ser humano, a nuestras debilidades y fortalezas, y lo hace desde una perspectiva optimista en tanto que recalca que la curación y la recuperación dependen en gran medida de cómo se acepten las patologías. Además, rescata otra cuestión que es necesaria recordar: cuando analiza en el apartado «El mundo de los simples» a personas catalogadas como minusválidos psíquicos, realiza justicia social, puesto que habla también de su papel en la vida en general, es decir, no los reduce a una etiqueta sino que menciona cómo sobresalen en la música, la poesía, el teatro, el cálculo, la danza o en las propias relaciones interpersonales.
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero es un libro que va más allá de la neurología. Es un ensayo médico que profundiza en las relaciones médico-paciente y en nuestro conocimiento sobre las conductas físicas, cerebrales y emocionales humanas. Invita a analizar nuestras mentes y sus reacciones y enciende el motor de otras lecturas, pasadas o futuras, pero siempre sugerentes.
Así fueron mis pasos de la despersonalización a Oliver Sacks porque todos los caminos llevan a la lectura. ¿Cuáles fueron los tuyos para llegar a este autor?
NOTA DE LA AUTORA:
— La fotografía fue tomada por la autora en el Museo de Baltasar Lobo (Zamora) con una cámara Canon PowerShot G3 el día 27 de agosto de 2009.
2 Respuestas
No creo en las casualidades, pero… Estoy leyendo LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE, el cuarto de Millennium y hacen mención a «El hombre que confundió…», cosa que despertó mi curiosidad… Parece que voy a tener que leerlo.
Como siempre… Un placer tus palabras…
Las casualidades… Otro autor, este para el azar, Paul Auster.
Gracias a ti.
😉