Beauvoir y Un cuarto propio de Woolf

Simone de Beauvoir y Virginia Woolf fueron dos pensadoras fundamentales del siglo XX. Sus ideas han marcado los movimientos feministas posteriores.

Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir de Carmen G. de la Cueva y Un cuarto propio de Virginia Woolf resumen sus ideas acerca del papel de las mujeres en la cultura. 

Que un libro puede cambiar la vida es un tópico empleado poco hábilmente en algunas campañas de fomento de la lectura. Pero, en este caso, hay dos libros que acabo de leer recientemente que han provocado, más que un cambio, la constatación de este.

Un paseo por la vida de Simone de Beauvior es una biografía sobre una de las pensadoras más importantes del siglo XX. Escrita por Carmen G. de la Cueva e ilustrada por Malota —autoras también de Mamá, quiero ser feminista—, es, como dice el título, un acercamiento a la vida, obra y milagros de Beauvoir. Porque eso sí que es un auténtico milagro: romper con la tradición masculina del pensamiento (lo otro, lo de las resucitaciones, me parece más sencillo).

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir (1908-1986) (Fuente: Wikipedia)

Sin embargo, una biografía de una mujer en sí misma no tiene más valor que cualquier otra si no plantea otras cuestiones más relevantes. En este caso, está claro que Simone de Beauvior quería ser escritora, pero no gozó ni en casa ni fuera de esta del apoyo suficiente para lograr su vocación, ya que eran caprichos de una mujer el querer emular la pluma y el pensamiento del primer sexo. Así lo cuenta De la Cueva (p. 60):

De noche llevaba una doble vida y de día discutía con su padre por la carrera que debía elegir. Simone quería estudiar filosofía. En una revista había leído un artículo sobre Zanta, una filósofa que había llegado a doctorarse, que salía fotografiada en su escritorio. […] Pero su padre deseaba que fuese funcionaria, que trabajase, por ejemplo, como bibliotecaria si tanto le gustaban los libros, así se aseguraría un sueldo fijo y una jubilación; ya que no iba a casarse, al menos que no tuviera que seguir preocupándose por su economía.

Como consecuencia, sintió la herida de esa inseguridad que los demás le transmitieron y que terminó anidando en su conciencia debido a que su hazaña implicaba ir en contra de la inercia. De este modo, los libros fueron determinantes para que ella encontrara la fuerza necesaria con la que abordar su máxima aspiración: la de ser escritora. Pero también halló otro aliado en sus paseos (pp. 95-96):

No es una cosa sin importancia eso de caminar: antes del siglo XX las mujeres no eran libres para deambular, y no solo por los campos, sino por las ciudades. En Flàneuse, un ensayo sobre las paseantes, Lauren Elkin explica que el concepto de «flàneuse» —una mujer paseante— no existe. […] Muchas veces, el caminar femenino ha sido entendido como una exhibición o un espectáculo. […]

Para ella, caminar era algo más que explorar, era una manera de decirle al mundo que era una mujer libre. 

Paulatinamente, se fue dando cuenta de que tanto ella como otras mujeres habían vivido a lo largo de la historia como «seres relativos». Carmen G. da la Cueva (p. 119) habla del momento en que se gestó El segundo sexo:

Simone comenzó a escuchar las voces y los relatos de las mujeres en su entorno. «Empecé a darme cuenta de las dificultades, de las falsas recompensas, de las trampas, de los obstáculos que la mayoría de las mujeres encuentran en su camino; también sentí en qué medida estaban a la vez disminuidas y enriquecidas». […] tenía que contar qué había significado para sí misma ser una mujer. «Miré y tuve una revelación: este mundo es un mundo masculino, mi infancia se había alimentado de mitos forjados por los hombres y de ninguna manera yo había reaccionado como si fuera un muchacho».

El segundo sexo (1949) recibió todo tipo de críticas, muchas de las cuales poco tenían que ver con las ideas expuestas sino por se referían al hecho de que una mujer había levantado la voz, una mujer que no vestía bien, que tenía una vida amorosa desordenada, etc. Esos argumentos no eran esgrimidos únicamente por personas ajenas al campo intelectual, el propio Albert Camus llegó a decirle a Sartre que «no toleraba la idea de ser medido, juzgado por una mujer: ella era el objeto, él la conciencia y la mirada», como apunta De la Cueva (p. 143). Incluso la obra fue incorporada al «Índice» de libros prohibidos por el Vaticano (un aliciente más para leerlo).

A raíz de Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir, me puse a buscar El segundo sexo, una de las obras fundamentales del siglo XX y del XXI, debido a las influencias que ha ejercido sobre los movimientos feministas y sobre la lucha a favor de la igualdad de derechos. Y, tal y como avisa ya De la Cueva en la biografía, me he encontrado con que el libro no está en las librerías. «Pero se puede pedir», como me contestaron cuando lo solicité. Diréis que una librería no puede tener en el almacén todos los libros que una lectora quiera —es evidente—, pero sí tienen de autores de la misma época como Sartre, o el anteriormente mencionado Camus. Y si nos ponemos a mirar en nuestras propias estanterías, esas en las que exhibimos los libros que leemos o que están esperando a ser leídos, podremos comprobar que en todas ellas predominan los nombres de varones.

Virginia Woolf

Virginia Woolf (1882-1941) (Fuente: Wikipedia)

¿Es posible, por tanto, que las mujeres no hayamos aportado nada al pensamiento de la humanidad? Virginia Woolf, en Un cuarto propio (1929), asegura que muy difícil lo tuvimos en épocas pasadas, ya que ni siquiera disponíamos de una habitación ni de dinero suficiente para tener independencia (p. 75):

En primer lugar, tener un cuarto propio (de un cuarto quieto o de un cuarto a prueba de ruido ni hablemos) era de todo punto imposible, salvo que sus padres fueran excepcionalmente ricos o nobilísimos, hasta principios del siglo XIX.

En este ensayo analiza la relación de las mujeres con la novela, es decir, con el arte de escribir. Comenta que Jane Austen escribía en el salón, aprovechando los momentos en los que las visitas no estaban, ya que no lo hacía delante de personas que no pertenecieran a la familia. Sus ingresos sacaron de más de un aprieto a sus parientes, aquejados por las deudas. De hecho, la posibilidad de que las mujeres a finales del siglo XVIII pudieran participar en la actividad intelectual estaba directamente relacionada con su capacidad para ganar dinero escribiendoWoolf, refiriéndose a época aún más pretéritas, asegura que una mujer, en el periodo isabelino, no podía llegar a ser una Shakespeare porque no estaba formada, no podía ir en pos de aventuras ni ser actriz en una compañía de teatro… ¿Cómo se le iba a pedir, por tanto, que escribiera como Cervantes?

El ensayo de Virginia Woolf plantea otra cuestión aún más aterradora: la carencia casi total de tradición literaria escrita por mujeres. Las mujeres hemos sido contempladas y retratadas a través de los ojos y de la pluma de los hombres (p. 65):

[…] si la mujer no tuviera más existencia que la revelada por las novelas que los hombres escriben, nos las imaginaríamos como un ser de la mayor importancia; muy cambiante; heroica y mezquina, espléndida y sórdida; infinitamente hermosa y horrible en extremo; tan grande como un hombre, tal vez mayor.

Como profesora de Lengua y Literatura, he comprobado a lo largo de los años cómo en los contenidos propuestos por las leyes educativas, los manuales de texto y los temas para las pruebas de acceso a las universidades la nómina de autoras es de risa (porque siempre es mejor reír que llorar): solo aparece mencionada expresamente una autora —Carmen Laforet—, y para el análisis de texto, ninguna. Lo podéis comprobar en la propuesta de la UCLM para este curso 2017-2018. Me he tomado la libertad de subrayar en amarillo el nombre de la novelista.

Temario de literatura planteado por la UCML para las pruebas de EvAU 2017-2018.

Temario de literatura planteado por la UCLM para las pruebas de EvAU 2017-2018.

Temario de literatura planteado por la UCML para las pruebas de EvAU 2017-2018.

Temario de literatura planteado por la UCML para las pruebas de EvAU 2017-2018.

Evidentemente, en los más de diez siglos de literatura escrita en español, es imposible que ninguna mujer haya escrito nada que merezca la pena. Es —o parece— irrefutable como la idea de que Eva provenga de la costilla de Adán. Desde que entramos en el sistema escolar, lo asumimos como una verdad incuestionable, un dogma de fe. Para aportar otra prueba, aunque de corte lúdico, intentemos nombrar diez autoras españolas en voz alta… Si lo consigues en menos de medio minuto, entonces la prejuiciosa soy yo. Puedo ponértelo más fácil: el nombre de diez autoras, sin importar su nacionalidad. En el mismo tiempo, treinta segundos, diez escritores españoles. O diez de cualquier lugar. ¿Has tardado el mismo tiempo? No se trata de batir un récord, sino de comprobar la diferencia: para hablar de autores con su apellido es suficiente, para las mujeres ya no tanto.

Yo, desde luego, no lo he logrado. Yo he sido educada con nómina masculina. He enseñado a mi alumnado esa nómina, la cual he repetido durante años hasta que un día me pregunté a mí misma por qué estaba haciendo algo con lo que no estaba de acuerdo. Lógicamente, respetando la ley educativa (LOGSE, LOE, LOMCE y las que vendrán) y los temarios de las pruebas de selectividad, he incursionado en las obras de escritoras, casi como una acróbata rebelde.

Porque, si no tenemos tradición literaria escrita por mujeres, estamos huérfanas como autoras. Nos apoyamos en modelos literarios que plantean la visión de la mujer como acompañantes, amantes y piadosas, siempre silenciosas o ingeniosas, exuberantes en nuestras curvas, incluso presas de ellas, pero cuyas palabras, pensamientos y actos responden a la perspectiva masculina. No la nuestra. La que han escrito Florencia del Pinar, Teresa de Jesús, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Concha Espina, Elena Fortún, Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite, María Zambrano, Ana M.ª Matute, Ana M.ª Moix… Por ceñirme a unas fronteras concretas.

De la misma manera, el universo del varón también se estrecha porque ellos, o su interacción con las mujeres como padres, hermanos, amantes, compañeros de trabajo… se ven por una mirilla. Y esto redunda en el empobrecimiento de la cultura, de nuestra historia como humanidad. No obstante, Virginia Woolf va más allá, puesto que su mente fue adelantada a su tiempo. Haciendo referencia a Life’s Adventure de Mary Carmichel, dice (p. 112):

«A Chloe le gustaba Olivia», leí. Y me di cuenta del gran cambio que eso significaba. A Chloe le gustaba Olivia, quizá, por la primera vez en la literatura.

Es decir, plantea otro hecho fundamental: la literatura escrita por mujeres atiende no solo a su relación individual con el mundo y con los varones, sino con otras mujeres. Por tanto, atiende a otras maneras de mostrar qué es lo femenino bajo múltiples formas de expresión. Así pues, esa mezcla de perspectivas es la que hará que se enriquezca la cultura, y la mujer deberá para ello escribir cualquier tipo de libro, no solo el de ficción, puesto que unos y otros se influyen y se alimentan.

Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir y Un cuarto propio de Woolf

Virginia Woolf y Simone de Beauvoir son dos escritoras fundamentales para entender el feminismo.

No se trata de que el feminismo esté de moda. Hay quienes así lo ven, ya que una mujer en el siglo XXI puede dedicarse a lo que quiera. Y, en parte, es cierto. En muchos hogares las mujeres trabajan fuera y dentro: desempeñan su profesión y, además, limpian la casa, asisten a las reuniones del colegio, llevan y traen a sus hijos a las actividades extraescolares, hacen la comida, compran… Esa se ha creído que es la igualdad: que las mujeres asuman el difícil equilibrio de armonizar la vida laboral y la familiar. A ese equilibrio también se han sumado los hombres, pero la desventaja sigue jugando en contra de las mujeres. No quiero proponerte otro juego, pero podría ser este: nombra en voz alta quién se dedica más al cuidado del hogar entre aquellas familias que conoces. ¿Nos apostamos algo?

Ese papel activo, de conciencia y de actuación, tenemos que creérnoslo, ya que nosotras mismas nos hemos impuesto la negación: para qué escribir si no tengo nada importante que decir; para qué expresar mis pensamientos en público de manera vehemente si van a tildarme de esclava de mis ciclos hormonales; para qué buscar obras de autoras, que no están al alcance fácilmente como las de sus contemporáneos varones… Y así repetimos ese aprendizaje y se lo transmitimos a los niños, cuya mente más abierta se va constriñendo al molde que también nos proporcionaron nuestras familias, la escuela y la sociedad. Cuando los niños sean adultos, caerán en el mismo círculo vicioso, o en la indiferencia más absoluta.

Ayer, mientras veía La librería (2017) —película dirigida por Isabel Coixet que adapta el libro homónimo de Penelope Fitzgerald—, pensé en que el mayor mal de una sociedad es su falta de coraje. Pero no por ser una tara para el conjunto, sino para cada individuo. Porque sin coraje, no somos libres, y la literatura escrita por mujeres necesita de esa libertad para ser escrita y ser leída.


NOTAS DE LA AUTORA:

—Datos de las imágenes:

Las fotografías de los libros las he tomado yo el 15 de julio de 2018 con una Nikon D3200 y han sido editadas con ACD See Pro 6.

Las fotografías de las escritoras Simone de Beauvoir y Virginia Woolf proceden de Wikipedia.

Las imágenes con el temario de la UCLM se han obtenido a partir del documento en pdf que proporciona la universidad y se puede consultar en este enlace: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Lengua_Literatura_EVAU%20(2).pdf.

—Bibliografía:

G. DE LA CUEVA, Carmen. Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir. Ilustrado por Malota. 1ª edición. Barcelona: Lumen, 2018. 187 páginas. ISBN: 978-8426405371.

WOOLF, Viginia. Un cuarto propio. Traducción de Jorge Luis Borges. Ilustrado por Becca Stadtlander. 2ª edición. Barcelona: Lumen, 2013. 155 páginas. ISBN: 978-8426421654.

4 Respuestas

  1. Es cierto si bien tengo muchos libros escritos por mujeres, en mi biblioteca (de más de mil libros) predominan los hombres…
    Por suerte… Por estos pagos hay cada vez más mujeres que salen a la luz con obras exquisitas…

  2. Tu biblioteca también esta muy bien….

    Novelistas de estos pagos…
    Florencia Bonelli (novela histórica, escritora argentina)
    Claudia Piñeiro (novela «policial», escritora argentina)
    Isabel Allende (de todo un poco, escritora chilena)…

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