A veces cuando me miro, creo ver a otra mujer, aquella que fue ayer, en la que hay poco de presente, por resbaladizo, y que se proyecta hacia un futuro. Poliédrica y especular. Encuentro mis respuestas en las lecturas o quizás estas mismas me provoquen otros enigmas que adormecen los propios.
Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más, te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos.
Las ciudades invisibles de Italo Calvino tienen el poder refractario de los cuadros de M. C. Escher. Se miran hacia ellas mismas, pero convergen de manera caleidoscópica en las infinitas posibilidades. Mapas reales e imaginarios de arquitecturas femeninas: Maurilia, Eufemia, Ipazia, Armilla, Zaira, Fedora, Olivia, etc.
En ellas, bajo el polvo de la arcilla, entre las piedras, se descubre otra ciudad: aquella que vive colgada de una tela de araña, aquella que se construye una gemela para los muertos, aquella poblada por dioses o por ratas, aquella diminuta que alberga la inmensidad… Todas, en realidad, son la misma —Venecia, la casa de Marco Polo—, pues el caminante, según donde pose la mirada, hallará un recuerdo de las que conoce.
Mi mente sigue conteniendo una gran cantidad de ciudades que no he visto ni veré, nombres que llevan consigo una figura o fragmento o destello imaginada […].
Hay libros que retienen en sus páginas el mismo poder que la capital de la región véneta. Albergan en su interior universos únicos y repetidos, creados por fingidores de la palabra. De ellos se alimenta el lector y, cuando descifra una nueva obra, retoma esa lectura interminable que se proyecta en cientos de encrucijadas. Las ciudades invisibles es una cinta de Moebius en la que cada lector debe elegir su camino. El mío me llevó a Don Quijote de la Mancha, vestido de otro para ser uno mismo; a Ficciones, con su laberinto en forma de biblioteca; al Bar del Infierno, en el que los relatos son la condena del narrador; a Tintes del cielo, donde el haiku despoja al instante de su valor.
Escoge, Ariadna, el hilo de la intertextualidad. Escapa del dédalo: accederás a otro.
NOTAS DE LA AUTORA:
—Las citas pertenecen a Las ciudades invisibles.
—La fotografía fue tomada el 1 de mayo de 2017 con una Nikon D3200 del catálogo de la exposición M. C. Escher. El arte de lo imposible.
—Bibliografía:
BORGES, Jorge Luis, Ficciones, Alianza, Madrid, 1997.
CALVINO, Italo, Las ciudades invisibles, Siruela, Madrid, 2015.
CERVANTES, Miguel de, Don Quijote de la Mancha, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2004.
DOLINA, Alejandro, Bar del infierno, Planeta, Buenos Aires, 2007.
SŌSEKI, Natsume, Tintes del cielo, Gijón, Satori, 2013.
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