Centauro en Recoleta

Borges infunde tanto respeto como miedo por su complejidad. Sin embargo, una lectura desordenada de Ficciones es la clave para su disfrute.  

Jorge Luis Borges (1899-1986) contiene en sus obras el misterio del tiempo, que es, por ende, el de la vida y la muerte, el del ser y su espejo. En sus laberintos, encierra la verdad de que es imposible la comprensión del universo, cuyo misterio alienta la fantasía de nuestras débiles mentes.

[…] Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. […]

Esta cita de «La Biblioteca de Babel» se relaciona con el acontecimiento fundamental de su vida: el descubrimiento de la biblioteca de su padre, de la que nunca salió puesto que leyó y releyó todos los clásicos. A ellos, Borges les debe ser Borges.

Borges y Freyja

Jorge Luis Borges con su gata Freyja (Fuente: swissinfo.ch).

Ficciones es un volumen que está dividido en dos colecciones de cuentos: El jardín de senderos que se bifurcan (1941) y Artificios (1944). Fue publicado en 1944 y, en él, el amor por la literatura —y por la intertextualidad— asoma y ocupa la mayor parte de las historias que lo conforman.

Sin embargo, no se trata de un amor contemplativo sino generador. Esto es: el Borges carente de valor para ser un hombre de acción provoca en el lector la necesidad imperiosa de seguir avanzando, de seguir buscando la solución a los enigmas que plantea. De este modo, la falta de acción física de algunas de las historias se suple con acción intelectual. En «El examen de la obra de Herbert Quain» el narrador dice:

[…] El lector, inquieto, revisa los capítulos pertinentes y descubre otra solución, que es la verdadera. El lector de ese libro singular es más perspicaz que el detective.

«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» es uno de los relatos más complejos por sus referencias, que llegan a extenderse en las anotaciones a pie de página. El encuentro entre el autor y su amigo Bioy Casares y la aparición de diversas fuentes de dudosa —y mágica— existencia facilitan el engranaje. Lo de menos es la comprensión local o total del texto.

De hecho, pretender desvelar cada oración es empobrecer el relato puesto que, aunque ha de interpretarse, no debe ser podado. Esta afirmación es aún más relevante en el caso de Borges, cuya prosa es partícipe de la filosofía —en cuanto a la asunción del universo— y del ritmo de la poesía.

Así pues, desmigajar solo puede provocar una lectura ardua, tediosa, fallida. Hay que acercarse a sus relatos con la absoluta convicción de que no existen los absolutos. Es frecuente que los personajes descubran que es mentira que son ciertos, estables, definitivos. Así sucede en «Las ruinas circulares» o en «El Sur», relato en el que el protagonista —una suerte de Borges— se arriesga por primera vez.

Máquina de escribir (La Plata)

La prosa de Borges bebe de la filosofía y de la poesía.

El orden en el que se presentan los cuentos, quizás no sea el más apropiado para quien desee leer por primera vez Ficciones. Se sugiere otro, empezando por la segunda parte, aunque, lógicamente, existen mil y un caminos para desembocar en el centro de sus laberintos:

  • Artificios: «El Sur», «Funes el memorioso», «La forma de la espada», «La muerte y la brújula», «Tres versiones de Judas», «El fin», «La lotería en Babilonia».
  • El jardín de senderos que se bifurcan: «Las ruinas circulares», «El jardín de senderos que se bifurcan», «La Biblioteca de Babel», «La lotería en Babilonia», «Examen de la obra de Herbert Quain», «Pierre Menard, autor del Quijote» y «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius».

En realidad, los tres últimos, aunque son esenciales, pueden postergarse y leerse en una segunda vuelta. Borges es un autor que soporta y agradece la relectura cientos de veces, ya que sus historias admiten la curiosidad del lector en sus diferentes etapas de la vida. Además ha influido en la escritura actual: por ejemplo, Alejandro Dolina, en El bar del infierno, también juega al placer de la intertextualidad así como al de engañar al lector. «Tlön, Uqbar, Urbis Tertius» es un ejemplo paradigmático de los espejos bibliográficos:

[…] Tal vez fue la primera intrusión del mundo fantástico en el mundo real. Un azar que me inquieta hizo que yo también fuera testigo de la segunda. […]

De los relatos contenidos en Ficciones, destaco dos. «El jardín de senderos que se bifurcan» es el que más late en la memoria. Pero el que más emociona es «Las ruinas circulares», tal vez por los ecos del Quijote en ese sueño que se deshilacha o de Paul Auster, que, aunque posterior cronológicamente, es un escritor al que le interesan los límites entre la realidad y la ficción como se aprecia en «Ciudad de cristal»:

[…] Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma […].

Centauro en Recoleta

En Ficciones destacan «El jardín de senderos que se bifurcan» y «Las ruinas circulares».

Para salir del dédalo borgeano, solo queda reproducir una de sus citas que quizás no sea suya, sino del otro Jorge Luis Borges, ese que se esconde bajo la máscara del escritor y de sus personajes. Ese tan distinto y tan parecido al de siempre.

Mis sueños son como la vigilia de ustedes.


NOTAS DE LA AUTORA:

—Datos de las imágenes:

La fotografía del autor con su gata data de 1982 y ha sido obtenida de la página web swissinfo.ch.

El resto de las imágenes se sacaron en agosto de 2018 con una Nikon D3200 y han sido procesadas con el programa Fotos de Windows 10. El Centauro Herido se encuentra en el barrio de Recoleta (Buenos Aires) y la máquina de escribir está expuesta en el Museo de Ciencias Naturales (La Plata).

—Bibliografía:

BORGES, Jorge Luis. Ficciones. 1ª edición. Madrid: Alianza Editorial («Biblioteca de autor»), 1999. 218 páginas. ISBN: 978-84-20633121.

—Puedes escuchar la sección Maldito Libro dedicada a Ficciones durante el programa de radio Luna Roja, en Onda Polígono Toledo:

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