A través de la voz, Pep Bruno teje la piel de unos personajes que se adueñan de nuestra imaginación. 

Las palabras tejen las sendas que les permite la longitud de la madeja, y encuentran en la voz la perfecta compañera para persuadir a nuestra imaginación de que su naturaleza primigenia reside en la fabulación de otros mundos. No solo en el origen fue el verbo, sino que su médula permanece intacta en el cerebro. Quizás, precisamente por eso, la historia nos vincula con lo que somos realmente: palabra. Al menos, este es mi caso.

El pasado martes disfrutamos de los sueños que Pep Bruno trazó a través del tejido de la narración oral. Fueron sueños en los que los personajes no tomaban cuerpo, sino que existían en carne a través de la acústica de los vocablos. Entonces sentí, como en otras bellas ocasiones, que yo no era más que el cauce por el que discurría el torrente de los sucesos y que ellos, los personajes, me superaban en materia.

Pep Bruno

Pep Bruno forma parte de la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España (Fuente: AEDA).

Ese es el desdoblamiento que amo y que se alimenta: la palabra y el espectro. La palpectro. Pues ambos, desde su inicio hasta su fin, justifican su existencia en el nacimiento del otro, del ajeno pero semejante. Y esa dualidad crece en mi interior con la necesidad aguda de proyectarse y de contenerse.

Mi teoría de la escritura encontraría su explicación si atrapara en mis historias la cara y la cruz de los que están hechos los sueños de tinta y oralidad. Como dice Paul Auster:

Necesitamos desesperadamente que nos cuenten historias, tanto como el comer, porque nos ayudan a organizar la realidad e iluminan el caos de nuestras vidas.


NOTAS DE LA AUTORA:

—Datos de las fotografías:

El retrato de Pep Bruno se ha tomado de la página web de AEDA.

La fotografía en blanco y negro la saqué en Zamora el 5 de julio de 2009 con una cámara Canon PowerShot G3.

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